Covid-Reflexiones

Mi computadora se enciende a las 8am, con suerte se apaga a las 24hs.
Miro de reojo mi escritorio: dos notebook, una tablet, un smartphone, teclado y mouse, pen drives, parlante USB.
En 30 años ya hice innúmeros cursos virtuales, fui tutora de uno, y gestioné aulas virtuales. Tengo cuenta en casi todas las redes sociales digitales, aplicaciones de viajes, de bancos, de idiomas, de quién sabe que más. Estudio tecnologías desde hace un par de años, un repaso rápido por el almacenamiento de una de las tres nubes que utilizo me devuelve palabras conocidas: tecnologías digitales, apropiación digital, políticas públicas de ciencia y tecnología, etc.
Moodle, classroom, sigeva, guarani, sucupira, scielo, sigaa... tantos datos, archivos, gestiones.
Soy una usuaria activa de las tecnologías, usuaria y estudiosa, y crítica.
Sin embargo pienso: si hoy estuviera dando clases de Educación Física como hice por 6 años, ¿podría dar clases virtuales?
Cómo haría para corregir esos abdominales mal hechos que seguro terminan en dolor de cuello, y esa espalda temblorosa que intenta otra vez hacer la vertical? Cómo  explico el reglamento de vóley sin la emoción del partido? A quién le va a importar la altura de aro de básquet si no puede intentar encestar?
Es muy fácil hablar de correr 100 metros llanos, pero dónde quedará el pulso agitado y la cara de felicidad porque ganó la carrerita?
Dónde estarán las madres enojadas porque su hijx volvió con el uniforme marrón de mugre y hoy recién es lunes, que ella trabaja y no puede lavarlo todos los días. Y la madre indignada porque le pedí medias viejas para pelotitas de trapo y que ella justó las donó o las tiró, no se acuerda.
Dónde va a estar la rutina de llegar a la escuela y saludar a colegas, mirar la cara de destrucción de la coordinadora que además es gerente, empresaria, madre, cooperadora, trabajadora del paicor y quién sabe que más.
Dónde quedan los gritos del gol, las quejas cuando aumento series de flexiones, las ganas de irse a casa porque ya son las 18hs y llegaron a la escuela a las 7:30, dónde están las manos tapándose la cara con la pelota de voley y mis gritos de fondo.
Cómo hacemos para trabajar el cuerpo atrás de una pantalla? Esto sin entrar en los detalles de que probablemente más de la mitad de esxs estudiantes no tienen acceso, conectividad, espacio.
Cómo resignificar los contenidos para que tengan importancia en una época de pandemia mundial, hay manera?
Importan hoy realmente el contenido programado, el diseño de las clases, las evaluaciones pensadas?
Cómo hago para poner el cuerpo yo a través de una pantalla y fingir que no estoy asustada, preocupada y que a mi tampoco me esta importando mucho el reglamento de handball?
¿Qué es lo importante hoy?
Espacios y momentos que nos interpelen siempre serán bienvenidos; hoy no estoy al frente de un aula, pero si de una pantalla y no dejo de cuestionarme, y yo, ¿qué haría?

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