Ad Vitam: el fin de la muerte
En otras entradas de este blog ya hemos hablado del lugar privilegiado de la muerte (y la eternidad) en el cine de ciencia ficción. Sin embargo, es un tema que pareciera no pasar de moda nunca, inspirando a diversxs directorxs, como es el caso del director francés Thomas Cailley quién escribió y dirigió la miniserie estrenada en 2018: Ad Vitam.
Con la lentitud justa de las producciones francesas, y la exquisitez del idioma, esta miniserie francesa narra la historia de una sociedad futurista en la cual la degeneración física y mental propias de la vejez son un tema del pasado. A través de la regeneración celular, todas las personas que cumplan 30 años pueden hacerse un test y, de ser aptxs, comenzar a regenerarse.
Cuando la serie inicia, el mundo entero está festejando los 169 años de la mujer más vieja del mundo, y todo es una fiesta. Salvo, claro, para un grupo de jóvenes que aparecen muertos a la orilla del mar.
Desde allí, Darius, un policía que tiene 119 años (aunque aparenta 50). comienza una investigación acerca de los suicidios en masa, que son vinculados a un acontecimiento similar ocurrido en un estadio, donde 23 jóvenes se quitaron la vida. Si bien se cree que estos jóvenes son reclutados por una célula pro-suicidio conocida como Saúl (en referencia al personaje bíblico) lo más interesante se aleja de esta trama policial y se centra en un fenómeno que al director parece haberle quitado el sueño: ¿cuál es el rol de lxs jóvenes en la sociedad?
En Les Combattants, estrenada en 2014, vemos a través de la historia de dos jóvenes como el futuro, las experiencias de vida y la incertidumbre tienen preocupado a Cailley. En una línea similar, en otra entrada de este blog hablamos sobre L'heure de la sortie, una película que con una maestría ejemplar nos muestra la desazón de un grupo de jóvenes acerca de un futuro que ven, cuando menos, como desolador.
Volviendo a Ad Vitam, en una sociedad donde la gente no muere (a no ser voluntariamente, claro) ¿qué podemos esperar del futuro? ¿qué roles sociales ocupan quienes están llegando si los mayores aún no se han ido? Claramente estos planteos, y la película de Cailley, van en contra de las perspectivas transhumanistas, sobre las cuales hemos ya hablado, para las cuales la muerte (al menos del cuerpo físico) es un obstáculo que debe ser superado. Pensar en las posibilidades de que ello ocurra seguro despierta pasiones y temores ¿quién sería capaz de rechazar la posibilidad de no morir? Seguramente Kierkegaard.
Para el filósofo danés, la muerte es una especie de co-creador de lxs humanxs, que si bien no debe interponerse a la vida, debería dar un sano equilibrio entre la reflexión sobre el morir y la relación con el vivir. Para Kierkegaard, la muerte es incertidumbre: todxs sabemos que vamos a morir, esa es nuestra certeza, pero no sabemos cuando. Por ello, “la seriedad consiste en vivir cada día como si fuera el último y además, el primero de una larga vida; y en elegir esa obra que no depende de si se le concede a uno la edad de un hombre para completarla debidamente, o sólo un tiempo breve para haberla comenzado debidamente“ (Kierkegaard, 2010).¿Cómo sería tu día si supieras que no vas a morir? Si supieras, que cualquier daño físico lo podrás curar en una media hora de cabina... para la gente de Ad Vitam esto no es un escenario de proyecciones, es una realidad. Cada unx debe ir periódicamente a una cabina de regeneración, muy similar a las camas solares, en las cuales ocurre la magia. De más está decir que lxs ricxs tienen sus propias cabinas en casa, pudiendo manejar mejor los tiempos de regeneración (las tecnologías avanzan pero la cosa no cambia).
Ad Vitam, nos trae un futuro distópico desde el cual podemos reflexionar sobre la vida y la muerte, sobre la eutanasia y la libre elección de morir, sobre el rol de lxs jóvenes en las sociedades; y todo ello, lo hace a través de seis capítulos de no más de 50 minutos, en un policial que es intrigante y conmovedor por igual.
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