Revolución 2.0 ¿el fin de la clase media?

Hace pocos días miré otra película relacionada a la tecnología; si bien mi preferencia cinematográfica siempre fue el drama lento, ese que nadie quiere mirar jamás, últimamente me he dedicado a ser espectadora de las películas y series más distópicas y variadas. En este caso la elegida fue I am mother, una coproducción australiana-estadounidense dirigida por Grant Sputore. En ella, una robot cría a una niña humana, dentro de un a fortaleza de hierro y alta tecnología.
En paralelo estaba leyendo a quien se volvió mi autor predilecto de los últimos meses Jaron Lanier, un tecnológo y escritor estadounidense, tan preciso en sus palabras como excéntrico en sus hábitos.
Sin dudas la combinación de la la película y los capítulos pesimistas de un investigador de Microsoft me hicieron pensar en una nueva posibilidad: la revolución digital como el fin de la clase media.
Si, ya se, suena muy trágico y devastador y muchxs seguramente me llamarían exagerada pero ¿se enteraron de que Japón ha creado robots para el cuidado de sus ancianxs? ¿Y de los autos automáticos que amenazan acabar con el empleo de taxista que dio prosperidad a más de un migrante en New York?
En la actualidad nos enfrentamos a los desarrollos tecnológicos más avanzados, pero son imperceptibles para muchxs, al menos por ahora. Hace un par de años las películas de ciencia ficción mostraban autos voladores y máquinas de tele transportación; hoy, lxs inventorxs se reparten entre el internet de las cosas que busca automatizar nuestro cotidiano, la machine learning o enseñanza a los robots (para volverlos más humanos, pero sin defectos claro) y la clonación (si, un pasito más adelante de la oveja dolly).
Todos esos inventos se desarrollan sobre un escenario de cada vez mayor inseguridad, inestabilidad e incertidumbre y no es alocado que comencemos a preguntarnos ¿qué pasará con la clase media?
La clase más vulnerada lo va a seguir siendo, mal que nos pese, sobre todo mientras la desigualdad existente siga agigantándose a ritmos vertiginosos. En contra partida lxs ricxs se harán cada vez más ricxs, por supuesto a costa nuestra solo que ahora de maneras más "disimuladas" a través del comercio de nuestros datos.
¿y la clase media? Lxs afortunadxs conseguían trabajos estables y formales, en la administración pública o en las corporaciones, pero estamos observando como esas fuentes laborales desaparecen y se reemplazan por formas flexibilizadas y precarizadas.
Otrxs, lxs menos afortunadxs, se dirigían a los trabajos de servicio, taxistas; servicio de limpieza; niñerxs; asistente de adultxs mayores entre otros. Sin embargo, como esta forma de contratación no se puede flexibilizar y precarizar más (ya era lo suficientemente precaria) se está reemplazando nada más ni nada menos que con robots.
Autos que se manejen solos, sin la conversación matinal del taxista y sin el precio agigantado por rutas erróneas; asistentes que cuiden de forma calculada y exacta de nuestrxs ancianos y jamás olviden la medicación; niñerxs que brinden amor y canten, cosas que aprenden gracias a nuestras constantes interacciones en la web; secretarixs formales y educadxs, que siempre ofrezcan el mejor turno y no se detengan a rev
isar el libro de Avon, ¿suena fnatástico no?
NO.
Suena magnífico un mundo exento de los errores humanos, sin embargo, somos muchxs y el trabajo es cada vez menos. Podrá parecer paranoia, podrá incluso parecer otro guión de serie distópica (solo me faltaría llegar a Hollywood) sin embargo, hay quienes creemos, por lo menos Jaron y yo, que esto es una verdadera catástrofe aproximándose
Coming soon.

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