Apropiaciones tecnológicas estudiantiles ¿por qué PROA?
Me resulta imposible luego de las lecturas sugeridas no
traer a escena mi investigación; buscando comprender de qué maneras las
experiencias escolares de los y las estudiantes de la escuela PROA se
relacionan con las apropiaciones tecnológicas, y cómo a su vez estas
apropiaciones retroalimentan las experiencias, esta investigación cruzará seguramente
por las discusiones en torno a nativos/migrantes digitales y brecha
generacional.
Las categorías son, a mi parecer, lentes que en vez de
ampliar la visión sobre los fenómenos sociales la recortan. En este marco,
pensar que los y las estudiantes solo por haber nacido en los 2000 tienen
habilidades tecnológicas que les permitirán interactuar con las mismas de manera
crítica y creativa es reducir la realidad solo a un aspecto: la edad. Tal como
Julieth Castro indica en su tesis, los autores que posicionan la edad como
factor clave para la apropiación de tecnologías digitales son deterministas y
reduccionistas.

En primer lugar, PROA es un programa experimental de
educación secundaria con énfasis en tecnologías de la información y la
comunicación. Se desarrolló por el gobierno de la provincia de Córdoba en
Argentina y tiene un financiamiento mixto entre recursos públicos y recursos
provenientes de ONG y fundaciones.
Las escuelas presentan llamativas reformas con respecto al
formato tradicional de enseñanza (evaluación por aprendizajes, tutorías, mayor
carga horaria, clubes de arte, deporte y ciencia) y un fuerte vínculo con las
tecnologías (especialización en desarrollo de software o biotecnología y
aplicación de tecnologías para otras áreas).
Sin embargo, la mayor parte de profesores/as y personal de
gestión de PROA tienen una mirada que coincide con Marc Prensky en el texto de
Julieth: la población estudiantil es joven y trae incorporado un bagaje
tecnológico, son “nativos” digitales.
Pero la realidad nos dice que no es así. En la sede PROA La
Calera, foco de mi estudio, los y las estudiantes en su gran mayoría no habían
tenido acceso a computadoras, ni a proyectores hasta los últimos años de la
enseñanza primaria; y el conocimiento que tienen de otros dispositivos y software es instrumental.
Al entrar a PROA muchos de ellos/as aprenden a enchufar y
utilizar una computadora al mismo tiempo que dan sus primero pasos en Scratch (programación), creando serias complejidades al momento de las evaluaciones.
Las categorías en las que encasillamos sujetos a lo largo de
la historia no son neutrales. Si no reconocemos que las potencialidades
tecnológicas están mediadas por las posibilidades reales de integración de las
mismas a la sociedad,

estaremos dando por sentado que no hay otro factor más que el acceso influyendo en la alfabetización digital.
Pensar que los y las estudiantes que ingresan a PROA tienen
un conocimiento sobre tecnologías homogéneo solo por haber nacido en la misma
era es negar posibilidades reales de alfabetización. No se trata de salir todos
desde el mismo punto de partida, sino de que las políticas y programas
reconozcan diferentes puntos de partida y trabajen en consonancia a ello.
Daí a importância de que as políticas de formação dos professores avancem para pensar a complexidade das questões sociais, tecnológicas e econômicas e como elas interferem na forma como todos interagimos com as tecnologias, como aprendemos, como produzimos. Isso porque, por mais que os projetos sejam inovadores, interessantes, os professores, que são os que irão levá-los adiante, serão os que darão o direcionamento prático das ações.
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